lunes, 5 de marzo de 2012

cc/ felicidad.


Está escondida en los rincones más abandonados de mi cuarto y no sale si no es para recordarme que está pero no tiene ni tiempo ni ganas para mí. A veces me pregunto cómo eso puede ser posible si ella es la que se ha llevado mis ganas y fuerzas.
Mientras, yo sigo confundiendo el sol del invierno que se abre paso entre las rendijas de mi persiana con agosto, el silbido del viento con sus susurros y los roces con caricias.
Me gustaban esos días en los que el calor era real, las risas eran capaces de levantar dolor de cabeza y el único dolo que sentía era el de barriga producto de carcajadas.
El tiempo termina por condenarme a penas una semana pasa como meses y la monotonía me acompaña, nada cambia. Te sigo esperando, te echo de menos.

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