Te reto a que me dejes ser la única.

 Las lágrimas empezaron a deslizarse por mis mejillas y a llevarse por delante la pintura de mis ojos, nuestra canción sonaba y tú, tumbado a mi lado, acariciabas mi pelo. Todo era absolutamente perfecto y precisamente por eso, no podía evitar llorar, por fin y después de mucho tiempo eran unas lágrimas de alegría que quizá guardaran un sentimiento melancólico que reunía el miedo a que nada de esto volviera a repetirse. Pero entonces, cuando yo te dije que 'todo era perfecto, que parecía de película' tu contestaste 'sí, pero es verdad'.
Por una vez todo había salido de mis sueños para convertirse en realidad. No miento cuando digo que ese podría haber sido el momento más feliz de mi vida. Y mientras pienso en todo esto, me acuerdo de lo malo que hemos pasado y sin lugar a dudas merece la pena. Merece la pena discutir, gritar, llorar. Merece la pena vivir contigo, si nos esperan finales como este.